Buñuel, "un perro andaluz"

Essay by superfer January 2005

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Con "había una vez..." empieza Buñuel a ubicarnos en un tiempo y en un espacio que desde siempre han ocupado los sueños. Su malvado objetivo es el de llevarnos de la mano a través de una sucesión de imágenes irracionales e inexplicables. Tratar de entender esa serie de eventos es chocar contra la barrera de la interpretación onírica. Cada uno de nosotros puede, en consecuencia, exponer lo que se siente al recibir este choque visual.

Recurriendo un poco a la anécdota, esa luna llena atravesada por una nube al igual que el humo de cigarro que atraviesa la habitación, son el presagio de la muerte. La nube le quita luz a la luna, el humo de la habitación oscurece, y para rematar, la luz de la pupilas de la hermosa joven se diluye mientras cae sangrante el ojo cortado salvajemente por el barbero quien se retira a mirar su mano llena de moscas.

Luna llena en su esplendor cegada al igual que la joven para que no vean la pudrición nacida de las manos de los hombres.

Siguiendo con la historia, ocho año después, el hombre de la bicibleta muere frente a la casa de su amada conservando aún parte de su vestidura religiosa que la mujer coloca sobre la cama a la espera de su resurrección. Las vestiduras como reliquias penetran en la superstición popular que acepta inconciente sus dominios sutiles.

La mano llena de moscas, centro de atención de un conglomerado de donde sobresale una joven en mitad de la calle, espera aún palpitante ser colocada en el puesto donde guardan las corbatas. Así como la cortaba aprisiona y asfixia, esta mano puede aprisionar o puede seducir al tocar voluptuosamente los senos de hermosas jóvenes que, a pesar de las trabas y el peso de las reliquias religiosas,